Mientras Susana procedía a su aseo diario fue sorprendida por dos ancianos que la espiaban desde unos arbustos. Los viejos hicieron proposiciones deshonestas a la hermosa mujer, amenazándola de muerte si no se plegaba a sus deseos. Susana no cedió al chantaje y fue acusada de adulterio por los ancianos, siendo salvada por Daniel gracias a la iluminación divina. Los ancianos fueron ejecutados por su falsa acusación. Esta historia ha sido interpretada por Rembrandt en más de una ocasión al tratarse de una perfecta excusa para representar una figura femenina desnuda. La hermosa dama aparece en el momento de descubrir a los ancianos, sentada sobre sus ropas y tapando sus encantos. Entre los matorrales el maestro ha situado a los dos viejos, disimulados de tal manera que apenas podemos apreciarles. La mujer recibe un fuerte foco de luz procedente de la izquierda que también ilumina las ricas telas, creando un sensacional efecto atmosférico que recuerda a Tiziano.Rembrandt se ha inspirado en una estampa grabada de Rubens y en las obras de su maestro Pieter Lastman. Evidentemente ha introducido modificaciones, siendo la más atractiva la postura de sus piernas, apoyando su pie derecho sobre la zapatilla que queda cerrada, indicando la castidad. El zapato es un símbolo de los órganos sexuales femeninos en el siglo XVII. Otra novedad es la manera rápida y vigorosa de aplicar el óleo, apreciándose las pinceladas en algunas zonas de la tabla.La composición se abre en la zona derecha con unas arquitecturas que indican el elevado nivel de vida de Susana, resaltando con la característica luz dorada el brillo de las piedras o del agua. Como el genio de la iluminación que es, Rembrandt nos ofrece una magnífica estampa de la castidad femenina, siendo la moraleja que la confianza en Dios hace triunfar sobre la maldad.
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