martes, 11 de enero de 2011

Max Ernst en México

Decir que en el ombligo de la ciudad de México hay un estallido surrealista es decir nada. ¿No los hay todos los días? Sí, pero éste es consciente de sí mismo y pertenece al canon de aquel movimiento que violentara la conciencia de Occidente en la primera mitad del siglo XX. Me refiero a la exposición de Max Ernst en el Museo Nacional de Arte.
Se trata de un verdadero suceso artístico: los collages de Ernst habían estado celosamente guardados desde 1936, año de su última exposición en Madrid, hasta 2008, cuando se mostraron nuevamente en Viena, luego en Brühl, Hamburgo, París, Sao Paulo y finalmente aquí en la ciudad de México. Vayan, si quieren que un verdadero torrente de oxígeno limpie y arrase, así sea momentáneamente, con los aires cargados que estamos condenados a respirar hoy. Vayan si quieren contagiarse de la más espléndida libertad artística. Vayan si están cansados de discursos lineales y vacíos. Vayan para aprender a mirar de otra manera. Vayan para llenarse el ojo de una propuesta artística que es más que eso: “Una semana de bondad” (nombre de la exposición) sugiere nuevas formas y actitudes para apropiarse de la realidad y ponerla en crisis mediante la denuncia, la risa, la sorpresa, la confusión y el azar.
Pero decir que Max Ernst (1891-1976) fue un surrealista es limitarlo. Fue una figura central de dos de los movimientos artísticos más subversivos de las primeras décadas del siglo pasado, el dadaísmo y el surrealismo, sí, pero su personalísima obra desbordó el molde de los grupos y las generaciones. Con una técnica que hoy damos por sabida y sentada, el collage, el artista alemán (luego nacionalizado francés) creó un lenguaje propio con el que incidió de manera notable en la historia del arte del siglo XX. Y reducirlo al collage también es limitarlo: fue un maestro de la fusión, la superposición, la calca y el recorte. Hoy podría adherirse naturalmente a esa leyenda que conocemos tan bien: copy, cut, paste. Una de sus técnicas más preciadas es de una perfecta simplicidad infantil: el frottage (luego llamado grattage cuando la aplicó a la pintura), que consistía en frotar un papel con un lápiz contra una superficie con relieve. Partiendo de un material preexistente, el autor no sólo eliminaba la dictadura de la página en blanco sino la idea misma de autor (otra dictadura), reconvertido en espectador de su propia, sorprendente obra. Collage, frottage, grattage: técnicas de descontextualización que ponen en crisis un orden establecido, lo desfasan de sí y construyen nuevos lenguajes que, de tan abiertos, no pueden constituir un orden otra vez sino poemas visibles, infinitamente interpretables.
Cuando uno entra al Museo Nacional de Arte, después de contemplar unos minutos al “Caballito” de Manuel Tolsá, no está preparado para la fractura iconográfica que supone “Una semana de bondad”. Lo que hizo Ernst fue tomar libros ilustrados de finales del XIX e intervenir sus láminas mediante el recorte y la mezcla de nuevas imágenes. Esta intervención fue hecha con tal meticulosidad que no se nota: creemos que aquella mujer con alas de murciélago o que todos esos hombres con cabeza de león nacieron así (a sus collages Ernst los llamaba “crímenes perfectos”). Las imágenes hablan por sí solas: “Una semana de bondad” es una lectura del mundo en clave de violencia y sensualidad. Dividida en los siete días de la semana (número que también alude a los pecados capitales), la muestra nos va contando, con su particular sintaxis gráfica, una historia rota en fragmentos sobre el poder, la seducción, la fuerza de los elementos naturales, la destrucción, la poesía y un etcétera que crece con la lectura de cada visitante. Hay que ir con tiempo y detenerse en cada pieza para descubrir (como cuando la mirada se acostumbra a la oscuridad) el nacimiento de imágenes que fueron concebidas con la fusión de dos o más elementos heterogéneos. Recordemos las célebres palabras de Lautréamont: “hermoso como el encuentro fortuito en una mesa de disección de una máquina de coser y un paraguas” y rindámonos a una “voluntad que favorezca el azar”, según nos pide Max Ernst.
La muestra termina con una bella e inquietante serie de “poemas visibles”, imágenes límpidas y económicas comparadas con el abigarramiento de los collages previos. Uno de esos poemas visibles consiste en dos hileras de ojos que miran. No se miran entre sí: sólo miran, como diciéndonos que importa la mirada, no lo mirado, que volvamos a confiar en la mirada.
Fuente: http://www.razon.com.mx/spip.php?article48196

3 comentarios:

  1. y en Chile cuándo?????????????

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  2. También entendemos que estas exposiciones se tienen que difundir pot toda latinoamérica.

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  3. UNA VISION SAGRADA DEL ARTE.
    de Jesús Lozano Fuentes, el jueves,



    UN PUNTO DE VISTA SAGRADO DEL ARTE.



    ...la vida espiritual, a la que tambien pertenece el arte y de la que el arte es uno de sus mas poderosos agentes,es un movimiento

    complejo pero determinado,traducible a terminos simples,que conduce hacia delante y hacia arriba.este movimiento es el del

    conocimiento.Puede adoptar diversas formas,pero en el fondo conserva siempre el mismo sentido interior, el mismo fin.





    Introducción en De lo espiritual en el arte, 1911.

    KANDINSKY.



    El arte en sus infinitas formas ,es una suerte de yoga que permite al individuo recobrar momentaneamente la unidad de su ser

    con el mundo ,liberandolo de su propia individualidad ; para el creador la experiencia estetica es una experiencia cercana a la mistica

    que permite al espectador sentir la emocion de la totalidad siendo uno con todo,no a traves de la razon, sino por medio de la intuicion.

    el artista crea para si mismo siendo el observador y lo observado al mismo tiempo, adquiriendo la sabiduria mientras permanece en el mundo.

    extrayendo la belleza de cualquier objeto a la que su mente preste atencion,siendo puente entre la mente y la materia,cada artista percibe y crea su cosmovision de la realidad, en base a sus patrones y paradigmas internos, adentrandose en estados de

    consciencia donde su mente se convierte en el espejo del universo.



    ¿ se puede ser artista y a la vez filósofo ?

    creo que es una rara combinacion donde ahora en los tiempos que nos toca vivir, carecemos de esta especie de hombres bomba para despertar la sociedad.

    Pues el artista que crea desde el yo, está condenado de antemano a permanecer encerrado en su propia carcel, no percibiendo que en la celda no hay puerta ni barrotes que le encadenen.



    ¿ en un mundo de invidentes, quién ayudará a cruzar la calle ?

    una de las responsabilidades del artista es ser consciente de su ceguera, a veces

    tambien de popularidad, vivimos tiempos donde la verdad y la esencia de lo que somos pide paso para instaurarse, pero para que esto ocurra creamos las crisis para depurar lo que nos sobra que hemos creado desde el insconciente colectivo desde hace miles de años. Por esto la crisis las tenemos que entender desde su lado más sagrado que nos invita a cada ser a a adentrarse desde la belleza, el arte y el amor dentro los nuevos paradigmas que ya están aqui.

    El arte ha de ser un estado de consciencia donde los resultados y satisfacciones que no sean para los demas tampoco seran para mi. Como el gran visionario Francés André Malraux escribió: el siglo XXI será espiritual o no será.





    LA BELLEZA SE HA BUSCADO EN TODAS LAS ÉPOCAS.

    AQUEL QUE LA PERCIBE, SE LIBERA DE SI MISMO.



    GOETHE.







    .
    Jesús Lozano Fuentes AQUEL QUE LA PERCIBE SE LIBERA DE SI MISMO .

    «Quien pinta una figura, si él no puede serla, no puede pintarla»,

    DANTE.

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