sábado, 23 de mayo de 2015

La Habana convertida en una galería de arte.

Artistas de 40 países dan riendas sueltas a su creatividad y modifican con arte espacios urbanos de esta capital por invitación de la XII Bienal de La Habana, cuya inauguración este viernes promueve una fiesta visual.
 
Cartel alegórico a la XII Bienal de La Habana, 2015
Como de costumbre, la Bienal pondrá a dialogar a artistas de diversas regiones y dará voz a quienes padecen desatención en sus lugares de orígenes, comentó su director, Jorge Fernández.
 
El organizador del evento más trascendente de las artes visuales en Cuba explicó que la cita del 22 de mayo al próximo 22 de juniono tendrá sede precisa pues transcurrirá simultáneamente en muchos sitios de La Habana para que los artistas creen en función del lugar y el contexto urbano.
 
La idea principal es convertir a La Habana durante todo un mes en la galería más amplia del mundo, afirmó y esa intención a la vez constituye una apuesta por lo social, por mejorar el entorno de muchos barrios y con ello la vida de sus moradores.
 
Según Fernández, la XII edición presentará creaciones en torno al tema “Entre la idea y la experiencia”, pues la idea que tenemos del arte suele ser muy diferente a la experiencia real del artista.
 
Un propósito esencial de la cita de 2015 será la exposición de los procesos de trabajo en el arte, marcada en pleno siglo XXI por la colaboración.
 
Con esa lógica, el evento involucrará a científicos, músicos, arquitectos, bailarines, diseñadores, fotógrafos, cineastas, profesionales de diversas especialidades.
 
La muestra colateral de la Bienal incluye expresiones como danza, música, teatro, cine y literatura, a partir de la riqueza semántica que aporta cada una y al mismo tiempo las relaciones entre ellas.
 
A tono con los procesos de producción artística contemporánea, la Bienal tratará de relacionar múltiples zonas del saber, además de propiciar talleres de curaduría y encuentros para reflexionar sobre arquitectura, urbanidad y otros tópicos.
 
Esta edición abrirá espacios al desarrollo de proyectos educativos y a la exposición de investigaciones académicas que contribuyan a la reflexión relacionada con las artes.
 
Para nosotros es importante la energía de la ciudad, apuntó Fernández e invitó a involucrar a las comunidades en los proyectos y a convertirlos en espacios de socialización.
 
Cines, parques, plazas, museos, librerías, edificios comunes, esquinas de cualquier calle, acogerán estructuras de disímiles tamaños en rejuego con la intención de fomentar un diálogo entre arte y hábitat.
 
El directivo también aspira a que las obras expuestas fomenten preguntas acerca de los propios espacios de la ciudad sobre los cuales se crean o erigen.
 
De acuerdo con el presidente del Consejo Nacional de Artes Plásticas, Rubén del Valle, la Bienal debe hacer accesible el arte a los más diversos públicos, para que sea patrimonio de la sociedad, no de un segmento de esta.
 
Entre los espacios públicos que podrían cambiar de fisonomía se encuentran la Terminal de Ómnibus Nacionales, el Pabellón Cuba, la antigua fábrica de bicicletas en el Vedado y la Universidad de La Habana.
Fuente: http://www.cuba.cu/noticia/actualidad/2015-05-22/bienal-transforma-a-la-habana-en-gigantesca-galeria-de-arte/25566

jueves, 14 de mayo de 2015

Crítica a la Bienal de Venecia.

El poeta Joseph Brodsky decía en Marca de agua, su carta de amor a Venecia, que era imposible tener pesadillas en “la ciudad del ojo”, donde “las demás facultades desempeñan un borroso papel secundario”. La Bienal se está convirtiendo en una fiesta secuestrada por los ricos, donde el resto de elementos, artistas, comisarios, y sobre todo, espectadores, juegan un rol de agregado. Y donde es perfectamente posible tener pesadillas.
Okwui Enwezor, comisario general de esta edición, se paseaba por la Bienal como un Humberto I. Ya se conocían los premiados del jurado: mejor participación nacional, República de Armenia (con el genocidio armenio de 1915 de fondo); mejor artista, Adrian Piper; mejor artista joven, Im Heung-Soon. Menciones especiales a Joan Jonas, Harun Farocki, el colectivo sirio Abunaddra, y al argelino Masinisa Selmani. La propuesta curatorial de Enwezor, así como sus decisiones electorales, han configurado una Bienal pretenciosa (desde el título, Todos los futuros del mundo) y políticamente correcta; varias obras se solidarizan con conflictos sociales y económicos pero sin ser excesivamente contundentes, con alguna excepción, como Who is Building the Guggenheim Abu Dhabi de Gulf Labour Coalition.
Hay propuestas simbólicas, como la desatendida lectura del Capital de Marx en el nuevo espacio Arena, intercaladas con grandes pinturas abstractas, que nada dicen sobre los posibles futuros del mundo. Un batiburrillo en ocasiones agobiante cuyo mayor problema es la ausencia de un sentido unitario; las obras no dialogan unas con otras, ni con los espacios. Las comparaciones con la anterior Bienal, la sugestiva tesis de Massimiliano Gioni, dejan a Enwezor en un triste lugar.
El espectador que ambicione intuir hacia dónde va el arte actual (algo que debe reflejar este evento) quedará desangelado. Verá muchos pabellones con obras que no es que no sean ni de centro cívico. No son ni de Aeropuerto de Barajas. Las exposiciones colaterales, que forman parte de la programación oficial, se abren a puja; quien tiene dinero para mostrar sus trabajos, entra. Y así, ese espectador desorientado nota como se le irritan los ojos, y decide hacer una estadística a mano alzada. Levanten la mano los que están aquí y son galeristas y coleccionistas. Vale, vale. Ahora, ¿algún intelectual en la sala? ¿Un escritor, un filósofo? ¿Nadie?

El rapto veneciano

Los venecianos están fino allo sfinimento. Quedan poco más de 55.000 habitantes permanentes. Cada año mil venecianos abandona la isla. Cada año 22 millones de turistas secuestran Venecia. Entre los carnavales y las bienales (de arte, danza, teatro, cine y música), hay macroeventos diez meses al año. Okwui Enwezor tuvo la feliz idea de prolongar la Bienal un mes más. Por supuesto que están contentos de que vengan artistas, de ser centro cultural, y de tener trabajo asociado al turismo. Pero, ¿qué tipo de visitante? ¿Y qué cantidad? ¿Qué hay de los megacruceros que quieren llegar al centro de la isla rellenos de turistas, algunos de los cuales ni siquiera llegan a bajar del barco?
Como alegoría perfecta, diremos que Venecia está gobernada por un comisario. En el 2014 el entonces alcalde, Giorgio Orsoni, y otros 34 políticos y empresarios, fueron detenidos por corrupción urbanística, acusados de enriquecerse a costa de la gran obra de ingeniería Moisés, con la que se pretendía liberar a la isla de los efectos de las mareas y el fenómeno de “agua alta”. Orsoni dimitió y fue sustituido por el comisario Vittorio Zappalorto. Mientras todo esto ocurre bajo las nubes de Tiépolo, Venecia se sigue hundiendo, unos milímetros cada década mientras prevalecen las discusiones para ampliar canales que permitan acceder a los grandes cruceros al centro.
Venecia es un pueblo; de comerciantes, de artesanos, en el que no hay automóviles, todo se lleva en barca o en carro. El ritmo de vida es lento, pausado. El que todos los futuros del mundo, de repente, arriben a la isla, es de difícil digestión. El que todos los turistas del globo lo hagan, es una tragedia. Por eso algunos venecianos fantasean con la idea de dar una nueva vida a la siniestra Isla de Poveglia, antes de que sea vendida por los políticos, y enviar allí a los visitatori indesiderati. Por ahora, se contentan con el accidente ocurrido en el pequeño muelle de la Fundación Prada; los elegantes invitados al cóctel de apertura de la exposición Clásicos portables acabaron mojándose el culo tras la ruptura de la estructura. Los cocodrilos no llegaron a tiempo.

Objetos, trabajo y turismo

Una de esas exposiciones esparcidas por la isla está en la Fundación Querini Stampalia. Antes de abordarla, un vistazo a una de las obras de su colección; “Charlatanes en la Piazzeta de San Marco”, de Gabriele Bella (1730-1799). Comediantes, músicos, espectadores, pícaros, reunidos en la plaza principal de Venecia. Sólo falta ver palos de selfie.
Porque sobre el fenómeno del turismo en la isla ha trabajado Jimmie Durham en su muestra “ Venice: Objects, work and tourism”. Con inteligencia, sensibilidad y mucha ironía, Durham realizó una investigación de campo en Venecia, rescatando objetos y souvenirs rotos, reciclándolos y recomponiéndolos, para situarlos en inadvertidos recovecos del palacio de la fundación. Al igual que se fusionan los pedazos encontrados para generar nuevas formas, se mezclan historias locales poco conocidas, industria veneciana, los detritus del turismo, la majestuosidad de los palacios para concebir lecturas críticas y divertidas. Sólo por disfrutar de exposiciones así, a pesar de todo, merece la pena venir a la Bienal.
Es compatible gozar de algunas obras de arte e invocar el espíritu de la Bienal de Sao Paulo del 2008 (“ la bienal vacía”). Las polémicas de este año son; la mezquita construida dentro de una iglesia, las protestas de los aborígenes australianos frente a “su” pabellón, la ocupación ucraniana del pabellón ruso, y el pabellón anónimo sin estado. Y por encima de todas ellas, la venta al por mayor de los espacios de los pabellones. Gracias a denuncias, peticiones de firmas y protestas, conocemos los casos de Kenia, de Azerbaiyán (con representantes como Andy Warhol), y, sobre todo, de los casos latinoamericanos.
Tenemos el pabellón de Guatemala, atestado de artistas no-guatamaltecos (Emma Anticoli Borza, Sabrina Bertolelli, Mariadolores Castellanos, Max Leiva, Pier Domenico Magri, Adriana Montalto, Elmar Rojas, Paolo Schmidlin, Mónica Serra, Elsie Wunderlich y Collettivo La Grande Bouffe), curado comisarios no-guatamaltecos (Stefania Pieralice, Carlo Marraffa y Elsie Wunderlic), titulado con un idioma no-guatamalteco ( Sweet death), y financiado de manera misteriosa. Como resumen del entuerto, no se puede entrar en su sitio weben su lugar aparece el mensaje “not acceptable”.
El caso ecuatoriano; país representado por una instalación de la artista María Verónica León, residente en París, que repite presencia, y cuya obra no ha sido muy bien recibida por los ecuatorianos, como por Patricio Palomeque; “al parecer está muy buen relacionada y cuenta con dinero para autosustentarse”. La exposición es, la mires por donde la mires, inaceptable.
Lo del Pabellón Ítalo-Latinoamericano es indignante. Voces indígenas es una propuesta curatorial del comisario (parece que vitalicio) del pabellón, Alfons Hug, la reproducción de una recopilación de grabaciones de indígenas hablando en su idioma. Lo más cuestionable no es el contenido artístico (aunque el curador “someta” a los artistas, cuya huella es únicamente la grabación o obtención de grabaciones), ni la hipocresía de los participantes e invitados (el 95% de los asistentes y responsables de las “Voces indígenas” son mestizos u occidentales de clase media y de clase alta), sino la intra-historia; los artistas participantes tienen que pagar los 6.000 dólares de cupo, más viaje, alojamiento, etc…si quieren estar en la expo. En algunos casos, el artista ha invertido 16.000 dólares para poder poner en su currículum “Bienal de Venecia”. Ese es, finalmente, el objetivo.
No han podido escribir esa línea en sus portafolios los artistas costarricenses. Al gobierno de su país le entraron sudores fríos cuando el comisario de su pabellón les anunció que había conseguido a artistas capaces de pagar 5.000 dólares para poder sufragar los gastos. Eran 50. El gobierno retiró su participación, temeroso por la tremolina que se iba a liar.

Los futuros posibles de la muestra

El porvenir de Okwui Enwezor se ve tan brumoso como Venecia en invierno. Sus aciertos (selección de algunas obras, reivindicación de artistas africanos, presencia de más mujeres) se ven oscurecidos por su poco trabajado concepto curatorial, sus forzadas decisiones y la ausencia de manejo del contexto.
Por su parte, Paolo Baratta, presidente de la Bienal, ha anunciado que “podrían” haber nuevas regulaciones en la manera de seleccionar curadores por parte de los gobiernos nacionales. Sin duda, es un paso necesario aunque insuficiente. El futuro de la Bienal depende de un más exhaustivo control financiero de los pabellones, y de una moderación del evento. Por ponernos poéticos (y quizás, utópicos): por poner diques al mar.
Fuente: http://www.eldiario.es/cultura/arte/Ceguera-bienal-ciudad-ojo_0_387062101.html

jueves, 7 de mayo de 2015

María Verónica León y sus obras estarán en Bienal de Venecia


Un promedio de cuarenta obras de la artista plástica María Verónica León integrarán el pabellón ecuatoriano en la Bienal de Venecia, cuya inauguración oficial se realiza hoy.
Es la primera vez que Ecuador cuenta con un espacio independiente en esta cita artística, considerada como una de las más antiguas (la primera edición fue en 1895) y prestigiosas en el mundo del arte contemporáneo.
Más de cien países participan en este encuentro, que se prevé esté abierto hasta noviembre próximo. Ecuador abrirá las puertas de su pabellón este jueves y tendrá como exposición vecina a Taiwán.
León, quien desde 1998 ha estado radicada en varios países de Europa (entre ellos Alemania y París) y en Dubái, Asia, en donde vive desde hace dos años, representará al Ecuador en la edición 56 de la Exposición Internacional de Arte de la Bienal de Venecia. En el 2007 participó con otros dos compatriotas en esa cita internacional.
En esa ocasión, León, la quiteña Manuela Ribadeneira y el cuencano Pablo Cardoso debieron compartir el pabellón con representantes de otros países latinoamericanos.
Gold Water: Apocalyptic Black Mirrors (Oro y agua: Espejos negros apocalípticos) es como la guayaquileña denominó a esta muestra formada por fotografías digitales, videoartes, pinturas e instalaciones.
En la muestra, dividida en cuatro salas, León hace una crítica a la industria y cómo esta ha causado daños en la naturaleza. El concepto —dice— surge de dos de las fuentes naturales primarias de riqueza del Ecuador y del mundo: el agua y el oro.
La temática de la bienal de este año gira en torno al futuro de la humanidad, a cómo el artista ve el porvenir del mundo.
La guayaquileña explica que ambos elementos son extraídos de su contexto original para ser reexaminados críticamente a través de la historia, sociedad, economía y cultura, así como por su relación con los valores económicos de un mundo globalizado.
La colección, que en su mayoría fue desarrollada en Dubái, estará instalada en el Instituto Santa María de la Piedad, ubicado atrás de la iglesia que lleva el mismo nombre (en el centro de Venecia).
León afirma haber trabajado muy de cerca con Oswaldo Guayasamín hasta 1998. Agrega que ha expuesto su arte no solo en galerías de su país natal, sino también en Europa y Asia.
En la inauguración del pabellón se prevé la participación de autoridades ecuatorianas. (I)
Detalle
PABELLÓN.
Trabajo en equipo
María Verónica León trabaja en colaboración con la también guayaquileña Lucía Vallarino. Juntas han creado paisajes multimedia en cada una de las salas del pabellón ecuatoriano
Fuente: http://www.eluniverso.com/vida-estilo/2015/05/05/nota/4838846/obras-artista-ecuatoriana-estaran-bienal-venecia