jueves, 15 de diciembre de 2011

José Gutiérrez Solana. Creador Expresionismo peculiar y trágico.

(Madrid, 1886 - 1945) Pintor español. Se le considera el creador de un Expresionismo peculiar y trágico.
No obstante, a pesar de la notable originalidad de sus obras, posee influencias de algunos pintores españoles tradicionales como Valdés Leal, Ribera, Goya, Zurbarán, EI Greco y el primer Velázquez, sin olvidar la producción de Brueghel el Viejo.
Su pintura es de gran solidez. La pastosidad es algo característico en sus trabajos. Independientemente de los colores que utilice, la materia siempre es tratada con gran sensualidad y ternura, siendo los colores dominantes el ocre y el negro.
En su técnica predomina el empleo de contornos muy marcados junto a potentes pinceladas que distribuyen el color, dando lugar a dramáticas escenas de imponente estructura compositiva.
Pasó su infancia en Santander y, alentado por su padre, inició estudios de pintura con su tío. Su talento precoz le llevó a abandonar el bachillerato y a empezar a participar en varios certámenes de pintura.
Los temas que representa en sus pinturas se corresponden con sus ambientes vitales. Destacan especialmente tres bloques: los relacionados con los tipos, las calles y las fiestas populares madrileñas, los que inciden en la representación de los usos y costumbres de la España negra, y finalmente, los retratos, ya fueran de intelectuales como de amigos suyos.
Su estilo, heredado de la tradición tremendista de Goya e influenciado por autores como Roualt, Munch, Kokoschka, Nolde y Soutine, define el carácter de un hombre adusto y torturado. Ello se traduce en una pintura marcada por la aparición de personajes populares y de los bajos fondos, con los que Solana muestra su particular visión de la condición humana. Autor de corte realista, se le considera el introductor del movimiento expresionista en España.
En 1917 regresó a Madrid y comenzó a frecuentar varias tertulias de café. En La tertulia del Pombo, el autor retrató a parte de la Generación del 98, a la que se le considera adscrito. Su interés por representar temas de tono costumbrista y, en especial, por reflejar la vida callejera del Madrid de su época, aparece en obras como El ciego de los romances, Los payasos, Los traperos, El rastro, El patio de los caballos o Carnaval. En ellas tiende a utilizar colores oscuros y a recrearse en la dureza de los rostros de sus personajes.
La obra de Solana fue inicialmente rechazada por la crítica de la época, y hasta 1929 no recibió su primer premio importante: la Medalla de la Exposición Universal de Barcelona. Un año antes había sido invitado por Edgar Neville a París, donde causó muy buena impresión en los ambientes culturales de la capital francesa. Fue en París donde el autor pasó parte de la guerra civil española y donde logró su mayor reconocimiento.
Con la finalización del conflicto bélico, el autor regresó a España y, pocos días después de su fallecimiento, le fue otorgada a título póstumo la Medalla del Honor Nacional. Considerado como el mejor cronista gráfico de la España del primer tercio del siglo XX, Solana combinó su actividad pictórica con la publicación de varios ensayos. El primero de ellos lleva por título Madrid, escenas y costumbres (1913-1919). A éste le siguieron La España negra (1920), Madrid callejero (1923) y Dos pueblos de Castilla (1924). En 1926 se editó su única novela, titulada Florencio Cornejo. Sus escritos proporcionan una visión costumbrista y esperpéntica de la España de principios del siglo XX.

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