sábado, 26 de marzo de 2011

Dadaísmo

En 1916, en el contexto de la Primera Guerra Mundial cuando muchos jóvenes se cuestionan la lógica de una cultura que permite hechos como ese, surge a la vez en Suiza y Estados Unidos el movimiento Dadá.
El movimiento Dadá tiene la particularidad de no ser un movimiento de rebeldía contra otra escuela anterior, sino que se funda en un cuestionamiento de todo el marco conceptual del arte y de la literatura de antes de la Primera Guerra.
El movimiento Dadá implica una actitud más que un estilo, un planteamiento negativo y destructivo que propone la revisión de las tradiciones y convenciones artísticas existentes hasta entonces.
Nace en la Suiza neutral en Zurich, refugio de numerosos intelectuales y artistas, en las veladas poéticas del “Cabaret Voltaire”. Aquí Tristán Tzara, Hugo Ball y Hans Arp, entre otros, eligen al azar en un diccionario el término "dadá" que carece de un significado especial, y que supone la utilización de la burla como arma artística capaz de destruir los principios más arraigados.
Al tiempo en Nueva York, Picabia, Man Ray y Marcel Duchamp, crean un grupo similar que utiliza la provocación y la ironía de forma subversiva. En 1918 se unen a los europeos y el dadaísmo se extiende por toda Europa. No tienen un programa coherente, pues su actitud es de rechazo contra lo establecido y ello les conduce a la desmitificación de la obra de arte y su concepto.
El grupo de Zurich
Suiza, a partir del estallido de la guerra en 1914, se convierte en un centro de refugiados pacifistas de toda Europa. Allí se encontraron todos los disidentes de otras escuelas previas, tales como el expresionismo alemán, el futurismo italiano o el cubismo francés. En 1916, en Zurich, un grupo de artistas instalaron en una cervecería un pequeño cabaret, al que bautizaron como "Cabaret Voltaire". Allí se reunieron el filósofo Hugo Ball, el poeta Tristán Tzara, el pintor Marcel Janco (cuadro ilustrativo), ambos refugiados rumanos, y el pintor alsaciano Jeans (Hans) Arp. A partir de ese encuentro comenzaron una serie de actividades en el cabaret así como editaron la revista que llevaría el nombre de "Dadá".
Tristán Tzara pronto se convirtió en el promotor y principal exponente del movimiento Dadá. Entre él y Hugo Ball dieron sustancia a la teoría dadaísta.
El origen del término Dadá es confuso y controvertido. De acuerdo con la versión de Tzara y Ball, la palabra surge de la casualidad: abriendo las páginas de un diccionario con la ayuda de un cuchillo, el primer término señalado fue ese: dada. De acuerdo con otras versiones, fueron los camareros del Café Terrasse, lugar donde se solían encontrar estos artistas centroeuropeos, quienes identificaron primeramente al grupo como dada: para esos camareros, las lenguas habladas por aquellos emigrados eran incomprensibles, salvo la sílaba "da-da" ("sí, sí", en ruso y otras lenguas).
En pocos meses los espectáculos del café Voltaire fueron famosos en la ciudad Suiza. El espectáculo dadaísta había nacido, cargado de provocación, tendencia agresiva, propuestas ilógicas y absurdas.
En 1917 Francis Picabia, un pintor francés, refugiado también en Suiza entra en contacto con Tzara. Ambos darán sentido al Manifiesto Dada de 1918, posiblemente el documento más importante del movimiento dadaísta de Zurich. Tras el fin de la guerra, el dadaísmo cautiva a los artistas vanguardistas de París, produciéndose un resurgimiento del mismo. El Zurich dada, con la diáspora de sus refugiados, se había acabado.
Desde Zurich se expandió hacia Alemania y hacia Francia. En París es ya el movimiento de moda en 1923.
El dadaísmo deja en herencia al arte del siglo XX valores trascendentes, como es la importancia de la imaginación, el azar y el automatismo que recoge el surrealismo y, más adelante, el expresionismo abstracto; así como la desaparición de la validez única de los géneros artísticos convencionales para primar la idea de proceso artístico frente a la de producto u obra de arte, anticipo de los happening. En la creación artística es tan importante el artista creador como el espectador que es quien completa la obra. Deviene de ahí la justificación del objeto encontrado, y la obligación del destinatario de cuestionarse las realidades artísticas ya aceptadas.
Con el fin de expresar el rechazo de todos los valores sociales y estéticos del momento y todo tipo de codificación, los dadaístas recurrían con frecuencia a la utilización de métodos artísticos y literarios deliberadamente incomprensibles, que se apoyaban en lo absurdo e irracional. El dadaísmo literario se traduce sobre todo, en la actividad panfletaria (los siete manifiestos y numerosas revistas) y en la celebración de escandalosos festivales, a caballo entre el recital poético, el teatro de cabaret y la parodia sangrienta. En realidad se trataba de antiespectáculos, en los que los dadaístas, más que obras, se exhibían a sí mismos en las actitudes más provocadoras.
Sus representaciones teatrales y sus manifiestos buscaban impactar o dejar perplejo al público con el objetivo de que éste reconsiderara los valores estéticos establecidos. Para ello utilizaban nuevos materiales, como los de desecho encontrados en la calle, y nuevos métodos, como la inclusión del azar para determinar los elementos de las obras.
La famosa receta de Tristán Tzara para hacer un poema dadaísta a base de tijeras, periódicos, azar y cola de pegar, debe interpretarse más como otra manifestación panfletaria del humor de este autor que al pie de la letra. En realidad, Tzara, como poeta y agitador, sabía que no "divertía", sino que "irritaba".
El grupo de Nueva York
También la declaración de guerra llevó a la ciudad americana a grupos de artistas refugiados. Entre ellos hay que destacar a Duchamp y Picabia. Allí se integraron con las corrientes vanguardistas que desde comienzos del siglo se estaban gestando en Harlem, Greenwich Village y Chinatown.
Aunque Nueva York no era Zurich, ni existía ese clima de refugiados políticos de la ciudad suiza, el espíritu iconoclasta, recalcitrante y nihilista fue idéntico.
En marzo de 1915 nace la revista "291", nombre tomado del número de la casa ocupada por una galería de arte en la Quinta Avenida. Duchamp, Picabia, Jean Crotti, como europeos refugiados, junto con los americanos Man Ray, Morton Schamberg y otros dan vida al dada neoyorquino.
El grupo de Berlín
Tras la guerra, Alemania entra en una crítica situación. Tras la revolución bolchevique, el partido Espartaquista alemán -la izquierda socialista- ensaya también la revolución en Alemania. En toda esa agitación social un grupo de artistas van a incorporarse a las tesis izquierdistas: será el Movimiento dadaísta.
Procedente del grupo de Zurich, Richard Huelsenbeck, trae a Berlín el espíritu dadaísta, pero mucho más radical contra las anteriores escuelas vanguardistas (futurismo, cubismo). Junto con el poeta Raoul Hausman promueve declaraciones y manifiestos a partir del "Dada Club". Junto a los anteriores destacarán el pintor Georg Grosz, agudo crítico del militarismo y del capitalismo alemán de aquellos años, y los hermanos Herfelde, uno famoso divulgador de la técnica artística del fotomontaje, otro indispensable editor de las obras dadaístas de aquellos años.
El movimiento dadá berlinés pasará a la historia por la incorporación de las nuevas técnicas artísticas de difusión de ideas entre las masas, principalmente el fotomontaje. La constitución de la República de Weimar en 1919 marca el fin de los proyectos políticos dadaístas y la resituación de este grupo en los marcos artísticos.
Carácter del Dadaísmo
El dadaísmo se puede considerar como el primer movimiento artístico que se basa en el desarrollo de lo ilógico, de lo absurdo. Su vigencia fue corta, pero ayudó a arraigar una serie de actitudes y reflexiones que luego se plasmarán en el Surrealismo. El artista dadá es productor de arte pero, asimismo, actitud humana. Tzara decía que el dadá era "una fórmula de vida".
Fuente: http://www.profesorenlinea.cl/artes/Dadaismo.htm

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