Gian Lorenzo Bernini era la gran superestrella de Roma en el siglo XVII. Era tan célebre por sus esculturas como por sus innumerables escarceos sexuales.
Él no se avergonzaba de su fama de promiscuo y así lo reflejaba en su arte. Por eso, cuando el cardenal Cornaro le encargó una escultura de Santa Teresa de Ávila para decorar la iglesia de Santa María de la Victoria, en Roma, Bernini decidió montar el escándalo.
Detalle de la obra final en
mármol de "El Éstasis de Santa Teresa", Bernini, 1647 |
En realidad Bernini había representado a una monja en pleno orgasmo. Y para dejarlo bien claro colocó junto a Santa Teresa a un ángel que, según desde donde miremos, parece apuntar con su flecha directamente a los genitales de la mujer.
Detalle de la obra final en
mármol con el ángel apuntando su flecha |
El escándalo fue inmenso pero al cardenal que la pagó debió de gustarle porque se hizo enterrar justo debajo de ella.
La escultura que se puede ver estos días en el Prado procedente del Hermitage es un modelo en terracota, mucho más pequeño que el original, con el que Bernini practicó antes de hacer la obra final en mármol. La pieza ha perdido la flecha, pero mantiene intacto el rostro de la religiosa, el retrato de un orgasmo que dura ya más de 350 años.
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