miércoles, 23 de febrero de 2011

Quien fue La Gioconda?. Quien efectuó el encargo a Leonardo Da Vinci?

Muchos misterios rodean al cuadro que Leonardo Da Vinci pintó entre 1503 y 1506, y que desde hace 200 años ha sido el mayor tesoro del Museo del Louvre, en París. Muchas teorías tratan de esclarecer quién fue la mujer cuya sonrisa ha dado durante siglos la vuelta al mundo y a la historia del arte.
Las hipótesis van arrojando luz y también sombra sobre el enigma, que no pierde vigencia. Pero más allá de su sonrisa, que parece oscilar entre el humor y la amargura, las principales preguntas en torno al lienzo siguen siendo dos: ¿Para quién fue pintado? Y ¿Quién fue la modelo? Tratando de dar una nueva respuesta a estos interrogantes aparece Adios Mona Lisa. La verdadera historia del retrato más famoso del mundo , (Katz, 2010), el último libro de Roberto Zapperi.
En él, el autor –uno de los mayores especialistas vivos en el Renacimiento– recrea las circunstancias en que fue creada la pintura, y a la luz de nuevos documentos tira por tierra la teoría más aceptada hasta el momento, que parte de los escritos de Giorgio Vasari, pintor de la época y biógrafo de Leonardo, “hizo para Francesco del Giocondo el retrato de su mujer Mona Lisa y lo dejó inacabado…”, afirma Vasari. Esto vendría a justificar el título del cuadro, pero se sabe que este se puso mucho después de la muerte de Leonardo. El título podría también hacer alusión a la sonrisa de la modelo, ya que Gioconda significa “alegre”.
Pero es bueno empezar las historias desde el principio. Una cortesana, o un adolescente vestido de mujer, pasando por Isabel de Aragón, o alguna amante de Da Vinci, hasta llegar al propio Leonardo travestido y riéndose de quien lo mira sin llegarlo a ver. Todas hipótesis posibles. Incluso la de Freud, que encontró en la obra una “preocupante masculinidad”.
Zapperi, desconfiando de las palabras de Vasari, que nunca llegó a ver el cuadro, hilvana los hechos para relatar lo que considera la verdadera historia. Según él, la modelo sería Pacífica Brandini, amante de Giuliano de Médici –quien patrocinara al artista en la corte de su hermano, el papa León X en Roma–, y madre natural de su hijo ilegítimo Hipólito de Médici, y habría sido encargada para que el chico tuviera un recuerdo de su madre, muerta tiempo atrás. Según esto, no habría ninguna modelo posando en el momento de la creación, Leonardo habría hecho un retrato “ideal” a partir de la descripción de la mujer hecha por Giuliano.
Además, como prueba documental, ofrece un escrito de Antonio de Beatis, que considera más fiable que el de Vasari, ya que éste visitó a Leonardo en Francia. Beatis habla en su crónica de tres cuadros que el artista estaba pintando, uno de ellos de “cierta dama florentina, pintada por el encargo del fallecido Giuliano de Médici…” Esta dama sería, según la interpretación de Zappieri, la Gioconda. ¿Por qué priorizar a Vasari cuando de Beatis estuvo más cerca de Leonardo?, plantea el autor.
Fuente: http://laprimeraplana.com.mx/2010/12/la-nueva-identidad-de-la-mona-lisa/

martes, 22 de febrero de 2011

Emilio Pettoruti

Emilio Pettoruti, la épica de lo clásico
porRafael Squirru
La vida de Emilio Pettoruti (La Plata 1892-París 1971) y su obra constituyen un todo armónico, que en una larga trayectoria alcanza el más alto nivel de la plástica de nuestro siglo.
Conocida es su temprana vocación, sus años de aprendizaje italianos y su precóz maduración como creador, cada vez que pensemos en su ya abstractos dibujos de 1914-16, año en que ya había plasmado sus Construcciones que lo señalan en su faz americanista como auténtico precursor.
Desde su paisaje de la "Alta Córdoba" de 1912, Pettoruti posee esa calidad que marca el auténtico artista pintor. Pensemos que entonces apenas tenía 20 años, y que ya está presente la preocupación por el plano y lo que es aún más interesante su tratamiento de la luz. Ello es verdad también de sus estudios de desnudos al carbón. Es importante tener en cuenta que al igual que Piccasso en su período 1916-26, Pettoruti trabaja en simultaneidad en ambos estilos el figurativo y el abstracto-cubista.
"Las amigas de Florencia" de 1914 es ya una tela magistral, así como lo serán sus mosaicos, que no tienen menor calidad que los de Léger. De aquella época son también sus paisajes italianos, uno mejor que el otro, así como las pequeñas acuarelas con motivo de estilizados figurines.
Una obra fundamental de este período es el óleo abstracto "Vallombrosa" de 1916 que sin duda registra una inspiración paisajística. Se trata de un trabajo clave de 33 x 24 cm donde aparece dentro de una gama de marrones, unos segmentos, de los que años más tarde, Pettoruti identificaría como luz autónoma.
Sabemos que durante su extenso período cubista ya desde su "Retrato de Xul Solar", que tituló "Luce Elevazione" de 1916, se mantiene esta obsesiva preocupación lumínica. En las palabras del mismo Pettoruti, registrada en su valiosísima autobiografía "Un pintor ante el espejo" (1968) nos dice: "No sé por qué. O mejor dicho lo sé. Porque en el Sol y en la Luz, encontré desde pequeño los mayores misterios, y porque estos elementos naturales ejercieron sobre mí, en razón de su propio sigilo, una atracción muy extraña...de ahí a pensar en aferrar el sol y meterlo en el hogar, que ha sido siempre uno de los grandes propósitos del hombre, mediaba únicamente un paso, y lo franqueé con resolución en los bocetos de 1939. Pienso hoy todavía que fue una creación absoluta, y que de haberla desarrollado en otras latitudes, (no en otros tiempos) su aceptación y sobre todo su repercución hubieran sido mayores". Esta última, una reflexión que comparte con Torres García a propósito de su Universalismo Constructivo.
Al señalar el año 39 como el momento culminante de su hallazgo de la luz como ente autónomo, Pettoruti no está siendo plenamente justo consigo mismo ya que vimos que aunque fragmentada, esa luz esta identificada en el "Vallombrosa" del 16.
De todos modos ese tratamiento más concentrado precide toda su serie de Soles Argentinos, que dicen a las claras del diálogo íntimo que el artista siempre mantuvo con su propia tierra. Pero, con todo el respeto y entusiasmo que nos merece su período de los arlequines, pensamos que el gran hallazgo se corporiza en la última etapa abstracta de Pettoruti, aún no debidamente calibrada por la crítica, pese a los años que han pasado. Obras como "Serenite" (1959), "Silence dans la nuite" (1962) en que el haz luminoso acompaña a rectángulos verticales de azules y marrones, son apenas algunos de los ejemplos que corroboran y acompañan la "Grotta Azzurra" del 58 y toda la serie de las Farfallas (mariposas) de la década de los 60.
En todos y cada uno de estos casos la pintura deviene decididamente metafísica, esto es, que está cargada del espeso jugo de la meditación. Según Julio Payró "las hondas vivencias intelectuales corren parejas con una apasionada emotividad". Es precisamente este equilibrio logrado al máximo en nivel-intensidad, lo que hace de Pettoruti uno de los grandes clásicos de nuestro tiempo, un pintor épico como corresponde a su condición americana, respuesta del pueblo-continente, como lo quiere un pensador peruano, al lirismo hondo de un Juan Gris. Clásico por vocación y por oficio, este maestro argentino nos habla de la aventura humana que se traduce en una historia que no cesa, aquí, en nuestra América.
LA CRITICA por Jacques Lassaigne
En los distintos períodos de la obra de Pettoruti, encuentro una notable unidad, ya sea en Europa (Florencia, Roma y París - 1914 a 1924 -), en Argentina (1924 a 1952), en Italia o una vez más en París desde 1952. Su trabajo se desarrolló a un ritmo intenso, en amplios sectores de búsqueda coherente, con llamados constantes y prolongaciones lógicas. Pettoruti siempre permaneció fiel así mismo, tal como se definiera desde el primer momento. Fue un espíritu lúcido, sabio y reflexivo, un constructor poderoso, con una forma permanente de ver y decir.
Se mantuvo en contacto con los principales movimientos teóricos que marcaron varias décadas de éste siglo: futurismo, cubismo, abstracción. Pero avanzó en forma paralela, personal, sin plegarse jamás a una visión en común, sin hacer concesiones. En sus comienzos se preocupó por definir una dinámica de las formas, pero su interés por representar las deformaciones sucesivas del objeto fue menor que la representación del movimiento en sí y del ritmo. En éste sentido se distingue totalmente de sus primeros colegas italianos futuristas. Por ejemplo cuando Balla yuxtapone como en el cine los estados sucesivos de una pierna en marcha, Pettoruti intenta definir una curva que sintetice éstas diferentes etapas. Se abstrae de toda figuración para otorgar un significado emocional y vivo a las formas geométricas. Propone de éste modo un verdadero lenguaje plástico en términos de figuras y colores. Los círculos y los ángulos se organizan sobre ejes precisos, por momentos se hunden sobre sí mismos como sobre un ojo profundo, o se transforman en flechas agudas dirigidas hacia un blanco externo. Sus fuerzas ascendentes o descendentes toman un valor benéfico o maléfico. Los colores parecen concebidos para abolir toda margen de incertidumbre. Poseen la densidad o el brillo del esmalte; sus propios matices se inscriben en la escala de la conciencia. Tanto por su técnica como por su espíritu. El pintor se emparenta con los constructores del Renacimiento.
Cuando acepta utilizar los elementos de lo real y parece acercarse a la experiencia cubista final de los papeles colados y de las deformaciones planas de 1917 (Gris, Picasso, Herbin) Pettoruti combina dicha visión un tanto decorativa, con un sentido del espacio totalmente metafísico. Entre las superficies vencidas donde los objetos se alinean por altura, abre ángulos de perspectivas profundas, generadores de lo insólito y del ocultamiento.
El objeto o el personaje se representan con su entorno, su aura, su acompañamiento particular, con las fuerzas que se desprenden de ellas y le arman una defensa. Este entorno, por una suerte de transposición fundamental, en la base sólida, la roca sobre la cual se recorta el perfil del sujeto cuya silueta desbordada adquiere una postura formidable. Es esencial para mis ojos, la serie de los Soles Solidificados en la cual el foco de luz se concentra en piedra angular y llama sobre sí a sus rayos.
Nada más interesante que reconocer el uso de ésta segunda visión en las pinturas de la serie de los Arlequines iniciada en 1925 y afirmada poco a poco sobre sus propias raíces. En éstas figuras, la sombra alcanzada y la prolongación espiritual se funden para engendrar un solo cuerpo compacto, rígido, hierático, tan alejado del pretexto original como de cualquier representación simbólica. El tema se desarrolla, se profundiza, se desdobla , como si la pintura, magnética, emitiera ondas concéntricas al propagarse.
Pero el artista resiste toda tendencia a que las formas alcancen una proliferación azarosa o una tensión manierista. Pinta con gusto naturalezas muertas donde la distribución de los objetos se resume en un solo movimiento plástico, en un arabesco armonioso mientras que, a veces, un detalle característico clasifica a la composición del conjunto cuando se expresa con la verosimilitud de un TROPE-L'CEIL ("Dominó", "Los Tres Cigarrillos"). En la serie de las copas que se inscriben en una superficie cada vez más densa se instaura un equilibrio entre un número reducido de colores sostenidos.
En la nueva época parisina de Pettoruti culmina el estilo despojado. Sobre sus telas, cuyos formatos se agrandan a menudo en apaisados horizontales, evolucionan las formas abstractas puras dentro de un espacio que se hunde y se libera. Es un combate de ángulos y curvas cuya flexibilidad une los contrastes o es un simple juego de colores estridentes. Como en la serie de los Pájaros, los cuadros se clasifican por su carácter dominante: Bermellón, Negro, Blanco, Tropical. Este último posee la magia de la mariposa.
En lugar de éstas obras de un clasicismo casi perfecto, prefiero quizás las grandes composiciones más complejas donde se expresa la lucha fundamental de la luz y la sombra y se produce la unión de las fuerzas opuestas. En el "Soleil dans la Montagne" o el "Soleil d’ete" un anillo de oro de distintas intensidades enceguece las altas construcciones sombrías. En las Farfallas, se realiza la fusión de las fuerzas contrarias.
Entre los grandes brazos descuartizados, se distribuye armoniosamente la luz en toda la extensión de la tela. La misión del pintor está cumplida. Su obra está edificada con el silencio y la paz.
Fuente: http://www.pettoruti.com/critica.htm

domingo, 13 de febrero de 2011

Op-art (optical art)


La expresión "Op art" corresponde a la abreviación de "optical art", la cual es una forma artística contemporánea que alcanzó su auge en la década de 1960.
El op art consiste en efectos cromáticos y formales dinámicos, que incorpora la indolencia visual, por lo que se aprecian más estructuras cromáticas que plásticas.
El op art es un movimiento pictórico que surge a finales de la década de 1950, para asentarse en los años sesenta. Su finalidad es la de producir la ilusión de vibración o movimiento en la superficie del cuadro.
Se diferencia del arte cinético por la total ausencia de movimiento real.
Este movimiento fue rápidamente aceptado por el público por su estudiadas formas, que influyeron en otras áreas del arte como la publicidad, la gráfica y la moda.
La "pintura óptica" tuvo profundas raíces en la tradición del Bauhaus, y es la consecuencia del tipo de experimentos que el Bauhaus alentaba en sus alumnos.
Si la pintura óptica de la posguerra ha de remontarse a una sola fuente, esa fuente incuestionablemente deberá ser Víctor Vasarely, húngaro de origen, que nació en 1908, quien fue estudiante de la academia Mühely, de Alexander Bortnyik, el Bauhaus de Budapest.
También se destacan Triond, Supernova, Yaacov Agam (con sus cuadros en relieve, ilustración superior), Doble metamorfosis III, Bridget Riley, Crrent, Jeffrey Steele; La volta, Richard Anuszkiewicz, Iridiscencia, Michael Kidner; Azul, verde, violeta y marrón.
Por su parte, los diseñadores textiles y de moda de la década de los sesenta no tardaron en asimilar estos movimientos artísticos y aplicarlos en el vestir. Lograron así que el buen diseño fuera una realidad al alcance de muchos, de fácil acceso para las grandes masas de clase media.
Idearon modelos "frescos", que reflejaran alegría y vitalidad, renovando las texturas, los estilos y también la combinación de colores, uniendo sin temor colores como el fucsia con el rosado o amarillo, que antes a primera vista "no combinaban".
El Op Art entró a la moda con sus diseños cuadriculados y tridimensionales, con gran presencia de contrastes blanco y negro aplicado en vestidos, dos piezas, zapatos y accesorios. Twiggy, la famélica modelo inglesa, fue una de las más famosas exponentes del Op Art en el vestir.
Fuente: http://www.profesorenlinea.cl/artes/OpArt.htm

martes, 8 de febrero de 2011

Whitney Biennial

La Whitney Biennial en el año 2010 llegó a 75ta edición, donde se pudo encontrar casi todas las ramificaciones artísticas como pinturas, fotografías, esculturas y videos, siempre haciendo un puente entre el pasado y el futuro.
Para mayor información sobre la misma, recomendamos el site http://whitney.org/Exhibitions/2010Biennial
A continuación exponemos un informe.