 Siempre he 
pensado que la obra de arte no está desligada de la sociedad ni de las 
circunstancias generacionales que rodean al artista en el momento de la 
creación. Los proyectos de obras manipulables para instalar en la calle, que 
realizaba en los años 54, no parten de una reflexión puramente estética, sino 
motivadas por una inquietud social.
Siempre he 
pensado que la obra de arte no está desligada de la sociedad ni de las 
circunstancias generacionales que rodean al artista en el momento de la 
creación. Los proyectos de obras manipulables para instalar en la calle, que 
realizaba en los años 54, no parten de una reflexión puramente estética, sino 
motivadas por una inquietud social.
Desde mi época de estudiante en la 
Escuela de Artes, pensaba que el artista debía reflejar las circunstancias de su 
tiempo en un testimonio que pudiera sensibilizar a las gentes e inducirlos a 
cambiar sus "nociones' y actitudes abriéndole caminos al espíritu
Consideraba pretencioso que "el 
artista" expresara sus inquietudes o su fantasía sobre una tela para que la 
gente viniera pasivamente a "venerar ese producto", cuando el mismo derecho 
podría ejercerlo un artesano o un obrero con su trabajo.
Tal vez podría cambiarse esa 
sumisión perceptiva, realizando "obras compartidas"; es decir, que el artista 
"impusiera" en su discurso una parte y el espectador lo completara interviniendo 
manualmente o desplazándose ante la obra hasta encontrar el punto de vista de su 
agrado. De esa manera, podría realizaría una verdadera comunión entre "el 
artista" y el "receptor del mensaje". .
En mi primer viaje a París en 1955, 
recibí una gran satisfacción al descubrí que al mismo tiempo un grupo de 
artistas de diferentes nacionalidades, también pensaban en modificar los 
mecanismos de transmisión del mensaje artístico. Acababan de realizar la famosa 
exposición "Le Mouvement", confirmando una vez más las coincidencia 
generacionales.
Generación tras generación, sin 
importar en que lugar de la tierra se encuentre, el artista en su eterno 
mensaje, intenta ampliar el conocimiento y modificar los "conceptos" y 
"nociones" existentes.
Carlos Cruz Diez.
Pintor y profesor venezolano, cuyo arte arranca de un realismo social, y 
evoluciona hacia el geometrismo y la fenomenología del color. Formó parte del 
movimiento cinético. Nacido en 1923 en Caracas, estudia en la Escuela de Artes 
Plásticas y Aplicadas (1940-45), donde se gradúa como profesor de artes manuales 
y aplicadas. En 1945 trabaja como diseñador gráfico de una multinacional 
petrolera y es nombrado profesor de la Escuela de Artes Plásticas y Aplicadas, 
donde permanecerá hasta 1955. En ese tiempo supo compaginar la docencia con la 
dirección artística de una agencia publicitaria, y paralelamente desarrollar una 
obra artística marcada por el realismo social. Hacia 1954 abandona la figuración 
y empieza a investigar los fenómenos ópticos del color. Un año más tarde se 
traslada a España y vive hasta 1957 en la costa catalana, Masnou, donde lleva a 
cabo la serie Parénquima y Ritmos vegetales, consistentes en tramas de colores 
puros. Tras su regreso a Caracas, monta un Estudio de Artes Visuales dedicado a 
las artes gráficas y el diseño industrial, y prosigue sus investigaciones sobre 
la fenomenología del color. Trabajó como ilustrador del diario El Nacional de 
Caracas y desde 1960 fijó su residencia en París. Hasta 1961 en sus obras sólo 
utiliza el blanco, el negro, el verde y el rojo; su primera etapa está marcada 
por los conceptos de signos y ritmos dinámicos, cilindros coloreados y 
modulaciones ópticas. En la década de 1970 inicia las series: Color Aditivo, 
Fisiocromías, Inducciones Cromáticas, Cromointerferencias, Transcromías 
Aleatorias y Cabinas de Cromosaturación. Participó en la exposición Lumière et 
Mouvement, París 1967, junto a su compatriota Jesús Rafael Soto y el argentino 
Julio Le Park. Durante el viaje que hace ese mismo año a Venezuela, realiza un 
mural para la Universidad de Oriente, en Cumaná. 
En 1969, a la entrada del metro Odeón de París, realiza un laberinto de cromosaturaciones luminosas, en las que hace protagonista al peatón. Entre 1972 y 1980 imparte clases de técnicas cinéticas en la Sorbona, mientras inicia la serie Cromoprismas Aleatorios. En 1986 asume la dirección de la Unidad de Arte del Instituto de Estudios Avanzados (IDEA) de Caracas. En sus cuadros el color y las formas geométricas cambian y vibran, según la luz y los desplazamientos del espectador. Las Fisiocromías que inició en 1959, constituyen los comienzos de sus experimentos basados en el cinetismo, y una etapa posterior a su abstraccionismo. Un paso más adelante son las Transcromías Aleatorias (1965), es decir el cambio de color en los ambientes, valiéndose de plexiglás colgado en largas tiras prendidas en un marco para determinar los espacios. Más adelante inventa las Cromosaturaciones (1967), que son unas cámaras o espacios saturados de diferentes colores que provocan en el espectador y actor ciertas reacciones psicológicas, de acuerdo con el estado anímico o la idiosincrasia del sujeto: frío, calor y angustia, entre otros. Al saturar el ambiente por medio del color el artista integra al hombre y lo hace partícipe de su obra. Junto a Soto son los dos máximos representantes venezolanos del arte cinético. Entre los numerosos premios que ha obtenido destaca, en 1967, el Premio Internacional de Pintura de la IX Bienal de São Paulo.
En 1969, a la entrada del metro Odeón de París, realiza un laberinto de cromosaturaciones luminosas, en las que hace protagonista al peatón. Entre 1972 y 1980 imparte clases de técnicas cinéticas en la Sorbona, mientras inicia la serie Cromoprismas Aleatorios. En 1986 asume la dirección de la Unidad de Arte del Instituto de Estudios Avanzados (IDEA) de Caracas. En sus cuadros el color y las formas geométricas cambian y vibran, según la luz y los desplazamientos del espectador. Las Fisiocromías que inició en 1959, constituyen los comienzos de sus experimentos basados en el cinetismo, y una etapa posterior a su abstraccionismo. Un paso más adelante son las Transcromías Aleatorias (1965), es decir el cambio de color en los ambientes, valiéndose de plexiglás colgado en largas tiras prendidas en un marco para determinar los espacios. Más adelante inventa las Cromosaturaciones (1967), que son unas cámaras o espacios saturados de diferentes colores que provocan en el espectador y actor ciertas reacciones psicológicas, de acuerdo con el estado anímico o la idiosincrasia del sujeto: frío, calor y angustia, entre otros. Al saturar el ambiente por medio del color el artista integra al hombre y lo hace partícipe de su obra. Junto a Soto son los dos máximos representantes venezolanos del arte cinético. Entre los numerosos premios que ha obtenido destaca, en 1967, el Premio Internacional de Pintura de la IX Bienal de São Paulo.
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